Dice el refrán «ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre» y aplica bien para el magisterio poblano, luego de la iniciativa sugerida por el diputado Roberto @ZatarainLeal para sancionar el #acosoescolar con multa, suspensiones e incluso prisión, para maestros y directivos, que la permitan o la inciten. Sin embargo, es importante recordar que la criminalización no siempre es la respuesta más adecuada a problemas estructurales de nuestra sociedad.
Es cierto, el acoso escolar no es un asunto de bromas entre estudiantes frente a la complacencia de los docentes, y el lamentable deceso de un niño de 7 años en el municipio de Zacatlán por posible bullying es un hecho que debe prender alertas en #familias, #docentes, directivos y #autoridades, más allá del punitivismo legislativo como alternativa de solución.
Pero también es cierto que el gremio magisterial continúa siendo un lastre social, que desde hace décadas se alejó de la noble labor de la enseñanza para consolidar un voto corporativo, que lo mismo encumbra políticos que líderes sindicales, que poco o nada ha hecho por la educación en este país, de no ser quejarse y disponer de los viernes de cada mes para celebrar su llamado Consejo Técnico.
Generaciones van, generaciones vienen y los valores inculcados a ellos no logran los cometidos de encausar una mejor sociedad. Los resultados a la vista están: reprobamos en español, reprobamos en matemáticas, reprobamos en lógica y, reprobados como sociedad; estamos estancados en la base de la pirámide social con una grave escalada de violencia y pérdida de valores, permitiendo acciones que denigran a las personas, mientras los docentes hasta hoy están más preocupados porque el acoso venga de la ley -a decir de sus líderes– sin dejar de pensar en conseguir o heredar una plaza como meta aspiracional.
De ahí que el clásico discurso de reivindicar a las y los maestros, solo resulta una excusa cuando en realidad han demostrado que no están preparados para atender problemas tan complejos, que van de lo académico a nuevas dinámicas evolutivas de niños y adolescentes, como primer eslabón en la construcción social del ciudadano promedio.
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