Inicia la Era Armentista.
Las expectativas comenzaron y las especulaciones se terminaron.
El gobernador electo Alejandro Armenta pasó del esbozo al rediseño institucional de lo que quiere para su administración, un gobierno que se sustente en un modelo que atienda las necesidades de una población marginada, con absoluto respeto a sus derechos humanos – al menos eso ha sostenido públicamente, con una visión comunitaria que fortalezca la cohesión social hoy en día tan fracturada, en el marco de lo que denomina “biótica social”, lo cual no es otra cosa sino la conducción de las decisiones del estado fundadas en la ética personal y la ética de la responsabilidad con sentido de solidaridad y compromiso auténtico para Puebla.
Quizás sea cierto, que su gobierno no será un gobierno de improvisación, para atender viejos problemas y situaciones emergentes, como las denomina en su proyecto de Ley Orgánica, para a hacer frente eficiente a contingencias como la pandemia COVID19 que mostró la incapacidad de las autoridades y los gobiernos para enfrentar situaciones excepcionales.
Una novedad serán sin duda las Secretarías de Administración y Buen Gobierno; Arte y Cultura y, Humanidades, Ciencia y Tecnología, así como incorporación de la figura de Coordinación de Gabinete, que no es otra cosa sino la figura de un Jefe de Gabinete, quien no solo tendrá que tener el pulso del estado, si no deberá tener el tacto y el olfato para entender y comprender el ánimo social y la dinámica política del estado, para captar información objetiva, para una estratégica toma de decisiones. Menudo lío.
Sin duda, la apuesta del gobernador Armenta y sus cercanos (llámese José Luis García Parra), tendrán el enorme desafío de comprender el quehacer gubernamental como un problema de agente – principal, capaz de detonar la consciencia cívico-colectiva y de paso a la deconstrucción del paradigma de la corrupción, acortando las puertas giratorias de la impunidad y la inseguridad, que tanto lastre han generado para Puebla y los poblanos.
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