Diciembre, es más que una época de nostalgia y reflexión. Aunque este año hayamos vivido situaciones diversas y complicadas, es buen momento para valorar lo recibido, no sólo las cosas materiales que nos generan satisfacciones inmediatas, sino también aquellas que nos provocan alegrías como propósito frente a los vacíos de la sociedad.
Diciembre es el mes en que recapitulamos los paisajes y momentos de nuestra vida, un año en que transcurren no sólo los días, sino momentos de estrés para unos, de dolor para otros, de ansiedad, pero también de tranquilidad y paz.
Diciembre evoca el nacimiento de renovadas esperanzas, al menos para la mayoría creyente de la cristiandad, y soy partidario de esta idea, pues bien vale la pena recapitular nuestra vida junto a nuestros seres queridos para encontrar una mejor versión de nosotros cada año, en donde más allá de lo vano, encontremos en la llama del nacimiento de Cristo Jesús, esa renovación espiritual, como regalo de vida.
Diciembre es también un momento cargado de sobre pensamientos, no sólo como respuesta intuitiva a nuestros procesos mentales, para no aplazarlos una vez más, sino como respuesta para encontrar el botón de off que nos brinde dicha frente a la aflicción y la depresión que la época enmarca.
Por ello, que en esta navidad exista bienaventuranza y la magia de sus hogares encienda el calor de sus corazones como el mayor regalo de la época invernal.
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