Dicen que al buen entendedor pocas palabras. Y así de claras han sido las palabras de Alejandro Armenta ante la afrenta de facciones opositoras e inconformes: “El gobierno no puede sentarse a negociar la ley.”
Máxime, cuando se trata de malhechores y grupos seudo políticos cuya característica no ha sido otra sino la de extorsionar a los gobiernos en turno, movilizando grupos de choque para generar conflicto social, periodicazos, bloqueos, y porque no, puntos de inflexión con el objeto de ganar beneplácito y una que otra prebenda gubernamental. Pero eso se acabó.
Alejandro Armenta no es un político nuevo, sabe que flaquear en sus primeros 100 días ante grupos y facciones infestadas de malhechores lapidarían el sello que desea imprimir para un gobierno de 6 años del lado correcto de la historia. Y no es estilo del mandatario estatal jugar a perder.
Tres escenarios tiene frente así para demostrar que pulsa con mano firme: terminar con el paro universitario para evitar mayor polarización e inferencia de Antorcha Campesina en la BUAP; frenar la conclusión de cacicazgos regionales, y la detención de los Vieyra es apenas la punta del iceberg, y por último, consolidar el control político estatal, con escenarios que parecieran adversos en la arena electoral, y justamente las votaciones en Venustiano Carranza y Chignahuapan constituyen una prueba de fuego para la secretaria de gobernación frente a la osada afrenta al Estado de parte de grupos criminales y dirigentes partidistas metalizados.
Mientas las apuestas corren en las sobremesas, las piezas del ajedrez avanzan para el jaque mate final.
«Las opiniones aquí presentadas no representan la línea editorial del medio, el que se enoja pierde»
